Tribuna 'Desarrollo'

ESG como motor de creación de valor en el sector hotelero

27 de abril de 2023

Por el equipo de Sostenibilidad de Cushman and Wakefield (Miquel Estelrich, Senior Sustainability Consultant; Ángel Sánchez de Inocencio, Technical Energy Consultant, y Javier Gómez de Garay, Technical Sustainability Consultant)

Durante estos últimos años, todos hemos escuchado con frecuencia temas vinculados con el cambio climático. El goteo constante de noticias sobre causas y consecuencias del calentamiento han hecho crecer sustancialmente la concienciación de todos. Además, no solo lo hemos visto por las noticias, sino que también lo hemos experimentado. No hay población en España que estos últimos años no haya estado sujeta a olas de calor o periodos de sequía. Durante el 2022 y principios de 2023 además, el IPCC (Panel Intergubernamental de expertos del Cambio Climático) ha publicado varios informes que evidencian holgadamente las causas, las consecuencias y la necesidad de actuar. ¿La conclusión? No hacer nada ya no es una opción.

La situación es mala, pero si actuamos con rapidez y eficiencia hay margen para conocer los objetivos. La parte positiva de todo esto es que ya ha empezado una oleada masiva de respuestas para darle un giro radical. Por ejemplo, en el sector hotelero, en una encuesta realizada por Booking, el 83% de los encuestados cree que los viajes sostenibles son vitales, y el 61% afirma que la pandemia ha hecho que quieran viajar de forma más sostenible. En una encuesta realizada por el Skift Research, el 53% de los encuestados respondió que está dispuesto a pagar más por productos turísticos sostenibles, un 13% más que el año anterior.

Las cadenas hoteleras no son ajenas a esto, es más, hace ya mucho tiempo que tienen un compromiso muy fuerte con los criterios de ESG. Por ejemplo, la cadena H1O tiene el programa Stay Green, Iberostar tiene la iniciativa Wave of Change, Meliá fue denominada por S&P la cadena hotelera más sostenible del mundo y Artiem ha sido la primera cadena hotelera de Europa con el certificado B Corp de responsabilidad social corporativa. En los programas de estas cuatro compañías destacan objetivos de ‘net zero’ (muchas de ellas incluso antes del 2040); planes para reducir el consumo de agua; estrategias avanzadas de cadenas de suministro sostenible; planes para la reducción de residuos; y, también, el gran compromiso social adquirido.

El cambio ha empezado. La Unión Europea es consciente de ello, pero quiere y pide aún más. Y así debe ser, ya que estamos aún lejos del objetivo y nos queda mucho camino para recorrer. Para corregirlo, durante estos últimos años han entrado en vigor varias normativas cuyo objetivo es incentivar, a nivel legal y financiero, la transición a un nuevo escenario mucho más sostenible. Todas estas normativas se encuentran bajo el paraguas del EU Green Deal.

Por un lado, tenemos el SFDR (Sustainable Finance Disclosure Regulation), una normativa que aplica a todos los participantes en los mercados financieros. Es un nuevo conjunto de normas de la Unión Europea que tiene el fin de cumplir los objetivos climáticos de la UE y garantizar la transparencia, donde se incluyen métricas para evaluar el impacto de los criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG). Todos los inversores deben reportar la alineación de sus edificios con EU Taxonomy y reportar sus riesgos climáticos. Ahora mismo, el 80% de los fondos que ya se están rigiendo por criterios ESG tienen mejores resultados de los esperados.

Por otro lado, también nos encontramos con la EU Taxonomy, un sistema de clasificación que establece los requisitos que debe cumplir una actividad económica para ser considerada sostenible. Se creó para ayudar a la UE a aumentar las inversiones sostenibles y aplicar el pacto verde europeo, y tiene seis objetivos: la mitigación del cambio climático; la adaptación al cambio climático; el uso sostenible de los recursos hídricos; la transición a una economía circular; la prevención y control de la contaminación; y la protección de la biodiversidad. Un activo para poder cumplir con la EU Taxonomy no puede perjudicar ninguno de los objetivos y debe contribuir positivamente al menos a uno de ellos. Una de las estrategias que permiten alinearse con EU Taxonomy es la realización de una auditoría Net Zero, que es la base para la creación de una estrategia de descarbonización. En el sector hotelero, se ha identificado que aplicando una estrategia de descarbonización los ahorros económicos pueden llegar a ser de más del 55%.

Asimismo, también tenemos la CSDR (Corporate Sustainability Reporting Directive), que regula los requisitos para la elaboración de memorias de sostenibilidad en la UE. Ésta obliga a las empresas, tanto grandes como pequeñas, a informar sobre sus actividades de impacto ambiental y social, y aplica a todos las empresas que cuenten con 40 millones de euros de volumen de negocios neto, o más de 250 empleados. Estas empresas deberán informar sus políticas de ESG incluyendo, impactos negativos y positivos en la comunidad y la alineación con EU Taxonomy.

Por último, nos encontramos las auditorías energéticas. Son de carácter obligatorio para aquellas empresas de más de 250 empleados o más de 50 millones de euros de facturación. Desarrollar auditorías energéticas permite identificar los puntos donde poder ahorrar energía dentro del hotel, que constituye una parte fundamental para la reducción de emisiones de este. A pesar de todo lo comentado anteriormente, un estudio de ECO-ONE, basado en el análisis de 100 hoteles, revela que el 85% de los hoteles aún no ha realizado auditorías energéticas obligatorias. Además, la energía renovable no tiene un gran grado de implantación en la mayoría, ya que menos del 10% de los hoteles tienen energía 100% verde y sólo el 37% ha instalado sistemas de autoconsumo a través de placas solares.

En un estudio reciente realizado por Cushman & Wakefield, en el que se entrevistaron más de 100 inversores, se detectó que más del 71% de ellos ya están incorporando criterios de ESG en sus estrategias de inversión. Además, durante el estudio, también se detectó que los inversores están dispuestos a pagar hasta un 7,3% más por aquellos activos alineados con los criterios ESG y las nuevas regulaciones, un porcentaje que varía en función del tipo de fondo. Este incremento en valor se suma al listado de todos los beneficios de ser sostenible y es una cifra más que demuestra que no hacer nada ya no es posible.



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