Análisis 'Desarrollo'

Las 5 herencias que deja un solo histórico hotelero para elevar a las ciudadanías

15 de diciembre de 2024

El hotelero más grande que ha dado España ha dejado varias herencias de un calado mayor del habitualmente reconocido, y que trascienden a su proyecto empresarial para haber elevado desde cinco aspectos a las ciudadanías a las que estuvo más vinculado.

Gabriel Escarrer Juliá (1935-2014) luchó durante su vida para dignificar la sociedad mediante mayor ética entre las elites, de igual modo que se constituyó en el principal defensor y padre del turismo como la gran industria estratégica en diferentes lugares del mundo.

Junto a estos dos cometidos, el impulsor de Meliá también fue determinante en la internacionalización española de la gran empresa, al tiempo que ejerció un destacado rol diplomático con los países más olvidados, y a que su pasión arquitectónica se tradujo en legar una sucesión de iconos que embellecieron múltiples destinos.

En primer lugar, la gran prioridad que siempre demostró el legendario mallorquín fue elevar los estándares morales de sus ciudadanías, especialmente alentando erradicar la corrupción tanto por parte de políticos como de empresarios (Escarrer: máximo honor a quien enalteció la ética en el Turismo).

Escarrer fue un baluarte para expulsar de la vida pública a las prácticas más nocivas, en una obra que hizo siempre discretamente apoyando a todos los encargados de minarlas, como con agentes del orden y la ley o como con los profesionales más honorables y valientes de la denuncia social.

En segundo lugar, asumió el papel de apóstol del Turismo, para crear y dignificar una industria vacacional que no existía en los años 50 hasta su irrupción, e implicándose en defenderla ante todo tipo de políticos, y mejorando la estructura organizativa y de información para conocer al detalle la operativa y datos de cada uno de los destinos, buscando su excelencia y máxima calidad, así como siendo un incondicional de ferias como Fitur que proyectasen al sector y España.

Junto al fomento de los principios éticos y como principal abanderado del sector, en tercer lugar se convirtió con su desembarco en Bali y en el Caribe desde finales de los años 80 en el precursor de la internacionalización de la gran empresa española, que tiempo después daría el salto definitivo en este salto con sobre todo los sectores bancarios, constructores, energéticos y de telecomunicaciones, especialmente sobre Latinoamérica (Escarrer ensalza a su padre: «Fue un icono de la internacionalización de la empresa en España»).

Esta presencia extranjera de la gran empresa española resultó fundamental durante la gran crisis de entre 2008 y 2013 para contener el hundimiento de la economía nacional, de igual modo que tras la pandemia el foco del país sobre el turismo frente a las fábricas le viene haciendo liderar el crecimiento en Europa respecto a los países más dependientes de la industria.

En cuarto lugar, cabe citar el desempeño del impulsor de Meliá también para engrasar las relaciones de países como Cuba principalmente con el resto de potencias, de igual modo que fue pionero en proyectos en los lugares más cerrados al mundo como Indonesia, Myanmar, Irán o Albania (El producto hotelero se reinventa a toda prisa con nuevos conceptos).

Estéticamente, también un patrimonio que deja Escarrer en el mundo se encuentra en los edificios icónicos que ha promovido, abarcando desde Brasil con Río junto a Oscar Niemeyer, unido otros colegas como Legorreta, Zaha Hadid o Perrault, y estudios como Vasconi, Sans o Nadal, que se han convertido en el hogar de establecimientos de la cadena palmesana en lugares como Miami, Barcelona, Londres, Dusseldorf, Dubai, París o Viena (Meliá impulsa hoteles por el mundo que son iconos arquitectónicos).

Así, más allá del bufé y otras innovaciones más publicitadas, la trascendencia de la obra de Escarrer se plasma en estos cinco aspectos, al que se podría unir un sexto que es el de su familia, que tiene a su frente hoy a un continuador de ese mismo espíritu de ir más allá del beneficio propio para concebir su misión con el fin de propagar el bienestar común en su máximo potencial y dimensiones (Los Escarrer, de 60 a 100.000 cuartos en dos generaciones).

 



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