Tribuna 'Desarrollo' - Jorge Marichal (CEHAT)

Segundas oportunidades

9 de marzo de 2023

Por Jorge Marichal, presidente de Ashotel, CEHAT y CEO de Macaronesian Hotels

Quizá el destino, la guerra de Ucrania o el efecto gaseosa que está sufriendo el sector después del Covid, están dilucidando una nueva ventana de oportunidad para Canarias desde el punto de vista turístico. Mes tras mes vemos cómo las cifras no paran de crecer y esto nos llena de ganas para seguir trabajando. Pero quizá los árboles no nos dejan ver el bosque: las tensiones ecologistas y medioambientales están haciendo estragos en los ánimos y en los bolsillos de los inversores, atraídos por nuestras islas.

La situación es evidente: aunque solo el 4% del territorio canario está ocupado por la actividad alojativa hotelera, y con ese escaso recurso se produce casi el 60% de la riqueza, existen grupos que siguen oponiéndose a nuevos desarrollos turísticos ordenados, mientras esos mismos colectivos o personas de pensamientos parecidos ocupan indiscriminadamente nuestras costas con chabolas y ocupaciones ilegales, llegando a ofrecer y alquilar hasta cuevas para que algunas personas venidas de toda Europa disfruten de nuestra climatología y, por qué no decirlo, de nuestra pachorra e indiferencia. Vayan a El Puertito de Adeje y véanlo ustedes, por favor.

Y yo comparto su argumentario en lo relativo a la protección del medioambiente; créanme cuando les digo que al empresariado hotelero nos va la vida y el negocio en ello, pero debemos utilizar el sentido común y proteger con obsesión sana nuestro entorno. Sin embargo, esta lícita preocupación por el medioambiente no se puede utilizar como arma arrojadiza para amedrentar a la clase política; debemos escuchar también a empresarios y empresarias que quieren invertir en nuestras Islas y colaborar en nuestro desarrollo como pueblo.

Me pregunto si solo hay moratorias para los hoteles. ¿Es que solo hay leyes y normas para los empresarios hoteleros? Construimos solo donde se nos ha dado licencias para hacerlo; cumplimos con más de 70 normas leyes y reglamentos en las que se nos especifican desde los metros cuadrados de las habitaciones hasta si podemos o no encender el aire acondicionado para nuestros clientes, controles sanitarios de piscinas, alimentarios, fichas de Policía… Y un sinfín de temas que acatamos en pro de la seguridad de nuestros clientes y en nuestro compromiso con la sostenibilidad.

Permítanme que llore un poco. ¿Acaso en las piscinas de los centros residenciales dedicados a la vivienda vacacional (VV) no se pueden ahogar las personas? ¿Es que en esos sitios no se debería cumplir con el convenio colectivo del sector, tipificados estos negocios como producto turístico alojativo y bajo misma normativa? Y si subcontratan, ¿las empresas subcontratadas no deberían acatar esto de igual forma? Cansancio, hastío, impotencia es lo que sentimos cuando incluso las administraciones toleran, en contra de las leyes, que algunos pongan placas de VV presentando una ‘declaración irresponsable’ en complejos con licencia turística y en los que por ley no se puede, pues se debe cumplir con el principio de unidad de explotación que establece nuestra legislación turística.

Pues la situación que adivinábamos hace algunos años ha llegado. La supuesta señora Manolita que iba a complementar su renta alquilando la habitación de su casa en el centro, ahora vive a 30 kilómetros porque le han cancelado los contratos de alquiler para rentar a turistas, mientras que los profesionales libres que metían sus ahorros en este lucrativo negocio ahora engordan fondos de inversión extranjeros y compañías multinacionales que ni siquiera en muchos casos tributan en nuestro país y, lo que es peor, en algunos casos en ningún país.

Mientras, a algunos de nosotros, y créanme que sé lo que digo, nos persiguen y nos quieren cobrar impuestos por ingresos y beneficios ni siquiera cobrados ni obtenidos. Nuestra gente sin vivienda o con alquileres por las nubes, perdiendo el tiempo y viendo la vida pasar en unas autopistas insuficientes, generando CO2 innecesariamente, gastando el sueldo en gasolina y conversando con los compañeros habituales y recurrentes de la cola de la autopista.

Y no hablemos de nuestras ciudades y pueblos de España, convertidos en parques de atracciones para adultos en los que las fiestas y los cachondeos no cesan en los portales y escaleras de inmuebles de quienes no estamos de vacaciones.

Mientras, nuestra clase política solo se ocupa de dar titulares, permitir que todo esto ocurra sin tomar medidas y poniendo cara de que esto no va con ellos. Son los alcaldes y alcaldesas de este país los que deben controlar y ordenar este fenómeno (¡no digo prohibir, ojo!) a través de la planificación y las ordenanzas municipales. Otros territorios están ya tomando medidas drásticas por la envergadura del problema, llegando a aprobar moratorias o incluso prohibir la implantación de nuevas viviendas vacacionales. Sigan silbando que esto no va con ustedes…

Pues aquí viene la siguiente: el fenómeno de las autocaravanas y su falta de regulación se avecina y se convertirá en un gran problema en los próximos años. Se trata de otra ‘experiencia’ que nos venderá este mercado desregulado y descontrolado, aludiendo la libertad y bla bla bla. Yo no me opongo, estoy a favor de esa modalidad turística de una manera ordenada y cumpliendo con unos requisitos mínimos de implantación y calidad; no como ahora, que todo el mundo hace lo que le da la gana y aparca donde más les gusta. Incluso ya hay algunos adelantados que están aparcando estos vehículos de manera permanente y alquilándolos a través de plataformas vacacionales.

Aunque bien pensado, después de ver yurtas mongolas en parajes protegidos del sur de Tenerife que se ofrecen y alquilan como «experiencias en contacto con la naturaleza» ya no me asusta nada. La imagen de los turistas paseando por las mañanas y disfrutando de las maravillosas vistas de gente en ropa interior saliendo a miccionar de sus vehículos es fantástica para nuestra marca turística canaria y, quizás, para el plátano de Canarias, permítanme la ironía.

En definitiva, lo que hace falta de forma urgente son moratorias y ordenanzas claras para las viviendas vacacionales e instalaciones de campings ordenadas y decentes para los usuarios que de verdad disfrutan de este producto.

Hagamos caso al lema de ‘Más y mejor’ del próximo congreso hotelero que CEHAT celebrará en noviembre en Mallorca. Busquemos eso, por favor. Lo que venga que sea mejor, que se diferencie en algo de lo que ya existe, que atraiga otros perfiles, que produzca más valor añadido y más renta y, sobre todo, que genere más empleo y de más calidad.



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